miércoles, 12 de marzo de 2008

Epílogo 2


No le conviene estar solo. Cuando llegue a Gibatella, escribirá un correo a Oriol. Hace más de dos meses que no habla con su hijo, que está de viaje de trabajo por el sudeste asiático, intentando encontrar un socio adecuado que le ayude a rebajar los costes de fabricación de alguno de los componentes claves de sus productos.

Al llegar a casa se descalza, los mocasines están aprisionando con crueldad sus pies y está deseando colocarlos lo más pronto posible en sus zapatillas viejas. Se las regaló María hace bastantes años, pero son en las que sus pies se sienten más cómodos. A David le gusta la ropa vieja, aquella que ya se ha amoldado a su cuerpo, detesta comprar ropa nueva porque es como poner a un extraño en su vida. Aún tiene nostalgia de alguna camiseta de algodón azul descolorido que María liquidó sin ninguna compasión y que él guardaba como se conserva un viejo amigo que tienes la confianza que estará donde y cuando lo necesitas.

La casa está caliente, enciende la luz de su desordenado despacho y conecta su ipod al portátil para que Chelsea Hotel nº 2 de Leonard Cohen se mezcle con su soledad: «…I need you, I don’t need you…». ¿Cuántas cosas y a cuántas personas necesita o no necesita? ¿Los ojos de María cuando escucha a Mahler? ¿A su hijo, a su lado, en el mostrador de la farmacia? ¿Los paseos con Clara? ¿A sus clientes, que confían en él? ¿Los cafés con Joan en la plaza de Gibatella? ¿A su padre, al recuerdo de su padre, siempre vigilando, pendiente de cada paso que daba? ¿A su madre siempre pendiente de su padre? ¿Encender la cruz de la farmacia cada mañana?...

oriolnurda@hotmail.com
Necesito contarte algunas cosas y necesito que me cuentes cómo te van las cosas en ese mundo en el que vives, tan lejos de Gibatella. Escríbeme o llámame cuando puedas. Me intranquiliza, no puedo evitarlo, que tu vida esté tan alejada de los días radiantes que aquí nos regala, tan a menudo, nuestro Mediterráneo. A mí me representaría un sufrimiento insoportable esa cúpula de nubes grises encima de París. ¿Lo soportas bien? Supongo que sí, mi sol es mío porque yo me lo he hecho mío, pero el sol no es de nadie. Yo lo necesito, pero seguramente tú no. Lo que realmente necesito es hablar contigo. Antes de que se me olvide, tu madre está bien, la vi en Barcelona hace tres semanas y me comentó que había estado en París, en vuestro apartamento, y que te había visto feliz; me alegro. Tengo dudas, Joan Vorraí me ha hecho una buena oferta por la farmacia, seguramente la pondrían a nombre de su mujer Pilar, hasta que su hija acabe la carrera. No sé si la voy a aceptar. Estoy cansado. Si al final decido vender, iré a vivir a Barcelona. Sin embargo, mis clientes, mis amigos, mis rincones, mis árboles, mis gorriones, todos están aquí. ¿Es eso mi vida? Lo que tengo, lo que he perdido y lo que me gustaría tener, está aquí. Desde hace unos meses, salgo a pasear con Clara y hablamos mucho de pintura. Es una mujer muy sensible que es capaz de descubrir matices delicados donde la mayoría sólo ve colores planos. ¿Cómo está Carla? Es una mujer muy inteligente y muy atractiva, espero que vuestra pareja funcione. Cuando una pareja se rompe queda un hueco que nunca se llena.

Siempre ha tenido una buena relación con su hijo Oriol, pero no está convencido de contarle sus paseos con Clara. ¿Con quién puede hablar de lo que siente?

Volviendo a la farmacia, creo que lo que realmente me haría ilusión es que Josep, mi adjunto, se quedara la farmacia. Es un buen profesional que ha sabido conectar con la clientela y que tiene las ideas muy claras. Pienso que sería capaz de hacer su propia farmacia manteniendo lo realmente sólido que con los años los Nurda, día a día, hemos edificado. No creas que te recrimino que no continuases con la tradición. Sabes que era sincero cuando te decía que estudiaras lo que te apasionaba. Lo que me ocurre es que la vida pasa y busco agarrarme a ella. No creo que yo sea un farmacéutico exitoso, pero ¿el éxito es la meta?; tengo muchos días en que recuerdo la satisfacción por haber solucionado problemas, ¿será ese el verdadero éxito? ¿Crees que es verdad lo que digo o piensas que tan sólo son excusas? Es misterioso esto de la vida, recuerdo claramente cuando me preguntabas por tu futuro y ahora soy yo quien te pregunta sobre mi pasado. Es difícil vivir en la duda, pero no sé o no quiero arriesgarme a vivir sobre falsas certidumbres.

La música ha dejado de sonar y el silencio de las noches tranquilas de Gibatella ayuda a pensar y a imaginar. Hablar con su hijo Oriol le gusta y le anima. Mañana hablará con Josep, le propondrá asociarse para ampliar la cartera de servicios de la farmacia; para David será un estímulo y para Josep, el inicio de una carrera profesional atractiva.

Tenemos que hablar más a menudo, tengo muchas ganas de que vengas con Carla. Me gustaría que conociera Gibatella. Mi mundo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

En el fondo, el final es parecido. Se termina la ilusión por la farmacia y no me gusta demasiado. Es como si no hubiera valido la pena. El primer final es brusco e irreversible; el segundo debería conjugarse con las ilusiones de David al día siguiente.
Me gusta como desarrollas los temas Françesc.
De momento, mantendré el anonimato aunque te iré dando pistas para que me localices porque nos conocemos de hace tiempo.
La primera, un tanto difusa, es que me gusta la referencia (aunque sea mortal) al baloncesto.

Anónimo dijo...

¿Tienes algo que ver con alguna estrella de nuestro firmamento?