Los valientes
Los boquerones sin cabeza, uno al lado del otro alrededor de una rodaja de limón, presentados en un plato suficientemente grande para no ahogarlos, parece que aún estén jugueteando en su ambiente, nadando apretujados en un banco de peces que dibuja formas abstractas en las aguas del Mediterráneo. Esculturas iluminadas por destellos plateados que, bajo el mar, cambian frenéticamente en un baile colectivo. La fritura resalta su frescor juguetón. Luis, que tenía toda la razón para elogiar a la cocinera, ha empezado a sentir las frases afiladas de Matías, aunque supongo que su savoir-faire y su capacidad de dialéctica serán suficientes para que el diálogo sea fructífero.
–Tu amigo no se corta un pelo. Ya empiezo a entender que insistieras en que me sentara con vosotros. Es de los que a ti te gustan. A mí también me atrae el riesgo, pero en la Corporación ya tengo una dosis suficiente.
– Luis forma parte de la Junta de Gobierno de
– No es mi intención vender nada. Ahora que hemos resuelto el laberinto de nuestro encuentro podemos evitar que los intereses nos vuelvan a hacer que nos perdamos otra vez, ya no es necesario esconder nada, al menos a mí no me apetece.
Matías es de los que saben dejar claras las reglas del juego y, aunque supongo que también sabe esconderlas, ahora no lo ha hecho.
– ¿En qué rincón de mis palabras se esconde ese complejo de inferioridad que parece que has detectado en ellas?
– Todas las encuestas os otorgan una posición en el podio de los campeones como profesionales sanitarios con prestigio y generadores de confianza, además existen muy pocas barreras entre vosotros y el paciente. Esta proximidad acentúa aún más vuestra buena posición. No entiendo que vuestra estrategia esté basada en
– Es mucho más fácil hablar desde una posición teórica que tener la responsabilidad de la defensa de los intereses legítimos de unos profesionales que han estructurado sus empresas en un marco determinado y que, incluso en muchos casos, han configurado sus economías particulares y algunas decisiones importantes de su vida y de su familia creyendo que las reglas del juego estaban establecidas para siempre.
–Siempre no existe… al menos no existe para los mercados, del mismo modo que tampoco existe nunca.
Los tres hemos coincidido al pedir de segundo un estofado de rabo de toro que también cumple todas las expectativas que ya habíamos puesto en quien ya, definitivamente, podemos calificar de cocinera excepcional. Un plato de peso, en el que la carne melosa ha sido llevada con sabiduría a ese punto justo en el que la carne roja se separa sin esfuerzo, y sin dejar rastro, de las vértebras, y a esa textura exquisita que provoca que los labios se peguen después de que, lo que pudiera ser un simple esfuerzo mecánico de las mandíbulas con un objetivo alimenticio, acabe siendo un tenue beso platónico que se difumina delicadamente y se mezcla con los aromas de un vino tinto de la tierra de Cádiz, un vino complejo y sutil de las bodegas del Huerto de Albalá.
– Brindo por los valientes.
– Solo los moderados serán capaces de ver sin prejuicios lo que está ocurriendo, sabrán escuchar a los que piensan diferente a lo que ellos piensan y tendrán la voluntad y la capacidad de transaccionar para lograr los pactos útiles para superar la crisis.
– Estoy de acuerdo contigo. La historia nos enseña que los cambios fructíferos los acaban realizando los moderados, porque ellos son los verdaderos valientes, aunque a menudo son tildados de iluminados por los que apuestan por el enroque o de timoratos por los que se dejan llevar por la inercia de la caída en el pozo de las crisis. Insisto, brindo por los valientes.
1 comentario:
¡Brindo por los valientes¡
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